El Perú vuelve a vivir una vez más una situación de emergencia nacional, los desastres naturales de las últimas semanas vienen provocando pérdidas de decenas de vidas humanas y según las cifras iniciales de Indeci, un número de 12,110 damnificados y más de 45,000 peruanos afectados.
El país aún recuerda como un evento reciente, los estragos y pérdidas ocasionadas por el niño costero del 2017. En aquella oportunidad debido a la falta de previsión y planificación de décadas nos vimos una vez más indefensos ante un fenómeno natural del cual se tiene mucha información histórica, pero frente al cual por una extraña razón nunca se ha determinado hacer nada desde un ángulo estructural que nos permita en el tiempo mitigar los efectos de devastación que golpea vidas humanas y nuestra economía.
Sin embargo, siempre termina siendo oportunidad para mostrar el carácter de los líderes del momento, en aquella época recordamos a líderes divorciados de la realidad y del sentido de urgencia aprovechando la oportunidad para un despliegue de mensajes y ofrecimientos populistas.
La Autoridad para la Reconstrucción Con Cambios pudo haber sido la gran oportunidad para luego de 6 años transcurridos ver de una vez por todas, concretado físicamente, aquellas obras que nos situaran en un nivel por lo menos menor de vulnerabilidad.
La RCC ha contado con recursos asignados de S/ 25,000 para las tareas de reconstrucción del norte. El programa en sus primeros años tuvo avances muy pobres y fue una gran muestra de desidia y falta de capacidad de ejecución de nuestros gobernantes. Solo luego de casi 4 años y en vista de la firma de contratos G2G (Gobierno a Gobierno) es que la ejecución empezó a tener un avance real. A Septiembre 2022 la estimación revela que se ejecutaron 19,000 millones de soles, es decir, el 76%. Se ejecutaron 6,738 obras sobre un total de 10,652 .
La distracción de nuestras autoridades sumidas en disputas políticas y populismo, la falta de capacidad de ejecución y el poco sentido de urgencia de los primeros años de programa causaron un daño mucho mayor, impidieron que las obras más elementales de prevención quedasen relegadas.
La construcción de soluciones que fueran estructurales para el control de las inundaciones provocadas por los ríos, fortalecimiento de sistemas de drenaje pluviales, y fortalecimientos de cuentas, entre otros, no fueron realizadas. El presupuesto asignado para estas obras fue de S/22,000 millones. Al cierre del tercer trimestre del 2022 apenas se habían ejecutado el 21% de los recursos asignados y hoy una vez más pagamos un alto precio por eso.
Una vez más no se trata de un problema de recursos, se trata de un problema de voluntad y capacidad en quienes administraron los recursos.